“El valor de la honestidad”
LECCIONES CONSTITUCIONALES
MARCO ANTONIO BAÑOS AVENDAÑO
“EL VALOR DE LA HONESTIDAD”
La Sociedad Contemporánea se estremece ante una pregunta inquietante: ¿Que es la honestidad? Y responderla implica evaluar nuestro pensar y obrar, en cada etapa de nuestras vidas en el pensar y obrar, por lo que, este concepto significa rectitud de ánimo, hombría de bien, comportarse éticamente ante la sociedad, honestidad es armonizar las palabras con los hechos, es tener identidad y coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. La honestidad es una forma de vivir congruentemente entre lo que se piensa y lo que se hace, conducta que se observa hacia los demás y se exige a cada quien lo que es debido.
Para ser honesto es importante ser sincero con uno mismo, fiel a la promesa hecha con las personas con quienes convivimos o tratamos. Ser honesto es tener un comportamiento adecuado, correcto, justo y desinteresado. La honestidad revela el carácter de las personas, la rectitud de su lenguaje, la ética de sus costumbres y la posibilidad de ser bueno en la sociedad.
Para ser honesto se requiere limpieza del alma, de respeto a nuestros semejantes y fraternidad con los valores humanos. La honestidad debe ser nuestra sangre, nuestro civismo, nuestra tolerancia, nuestra ética, nuestra premisa en la lucha contra todo lo que atente contra los valores más caros del espíritu. La honradez, queridos amigos y amigas es el valor supremo del carácter, es y debe ser la constancia más luminosa de nuestros actos, porque solamente la gente honrada es buena, no comete abusos y respeta a los seres humanos.
La honestidad es un valor sagrado, en el que todos los seres humanos debemos participar. Cuando existe honestidad, aparece la integridad; sin estos principios la sociedad no puede funcionar, esto significa que nunca debemos hacer un mal uso de lo que se nos confía, por ejemplo, usar los recursos de manera adecuada para cubrir las necesidades primordiales, pues al utilizar los recursos de forma adecuada, se crea bienestar y los beneficios sociales se multiplican, es no usar o disponer de los recursos públicos que son sagrados en el ejercicio de un encargo público.
Los niños de México deben aprender estos valores en las Escuelas, en las Familias, en sus Centros de Recreo o Culturales, el valor de la honestidad debe estar enlazado con el compromiso con el desarrollo y el progreso y por lo tanto debemos mantener una actitud honesta como un principio para construir un mundo de paz.
Encaminar todos los esfuerzos humanos a la rectitud, siempre ha sido un reto de las sociedades humanas, la honestidad no solo implica tener las manos limpias, también significa tener la conciencia limpia y tranquila frente a la sociedad. Los niños, van dando sus primeros pasos con la ética que los padres inculcan, con el ejemplo que los hermanos que enseñan, con la rectitud que los maestros ejemplifican en el aula y en la vida.
Así la niñez va de la mano con sus maestros que son nuestro ejemplo a seguir en este camino lleno de posibilidades de grandeza, con este valor supremo, que es el supremo valor humano, se han alcanzado todas las cumbres que están frente a la niñez de nuestro tiempo.
Las nuevas generaciones tienen que conocer la puerta de la honradez en al cual debemos transitar para llegar a cualquier triunfo. Por ello, la honestidad debe ser una característica de la niñez y de la juventud actual porque no solo es un valor, es también una forma de ver, de pensar y de actuar, como individuos integrantes de un núcleo social.
Hay un gran ejemplo histórico de la honestidad, cuando el pequeño Benito Juárez, hablando zapoteco, dominado el latín, el español, el francés y el inglés, enseñaba a la clase humilde a pensar y hablar con propiedad, con la honestidad heredada de los grandes de la historia. Por tanto todo nuestro actuar, todo nuestro andamiaje cultural y nuestra gran responsabilidad es ser honestos en un mundo que cada vez se derrumba y se estremece ante la inequidad, ante la corrupción, ante el colapso de los valores humanos a punto de desaparecer, es la honestidad la que salva al mundo porque nos vuelve a llenar la mente de esperanzas éticas y anhelos de lo que es bueno.
Los grandes cambios sociales, se logran con pequeñas acciones, por esto yo les invito a realizar pequeñas acciones de honestidad, para transformar la realidad de nuestra Patria, acciones como:
1. Vivir lo que se predica y hablar lo que piensa.
2. Decir siempre la verdad a quien corresponde, de modo oportuno y en el lugar correspondiente, sin ser irrespetuoso con nadie.
3. Ser auténticos, es decir coherentes entre lo que hace y lo que se debe hacer, de acuerdo a nuestros principios. Ser auténticamente seres humanos.
4. La persona que miente (por engaño, exageración, precipitación al hablar, etc.) se hace un daño a sí misma. La mentira es auto-destructora; siempre se paga.
5. Ser justos, para dar a cada uno lo suyo, lo que le corresponde; derechos, reconocimiento y gratitud.
De tiempo en tiempo, las manos de los hombres se manchan y su conciencia deja de ser blanca, transparente, pero también de tiempo en tiempo se presentan esos pequeños héroes que son los niños de México que con su mente limpia, con su palabra honrada y con sus hechos van generando conciencia de que la honestidad es un valor de todos los seres humanos y para todos los tiempos.
La limpieza de nuestra mente inicia en nuestras actividades diarias, estar sano mentalmente implica no contaminar el cerebro con información que puede derrumbar nuestros principios como seres humanos, debemos distinguir lo bueno de lo malo, lo violatorio de derechos humanos de lo que no lo es, debemos acudir a una escala de valores con la base firme de la honestidad como valor humano, como valor ético, como valor supremo de nuestras actividades diarias en el trabajo, en la familia, es una conducta ética reiterada, la honestidad es un valor que debemos construir sin falacias, sin engaños, diciendo en todo momento la verdad, siendo honestos con nosotros mismos.
La honestidad en el servicio público hoy es fundamental, debemos recurrir una y otra vez a este valor que poco a poco se ha ido derrumbando en el lenguaje cotidiano, por lo que este valor, supremo valor humano, supremo valor universalmente aceptado por todas las normas más elevadas, debe ser nuestra premisa, para el día de mañana pedirle a los gobernantes que actúen con toda la honestidad que ostentamos como ciudadanos, o como el voto honesto, que próximamente los mexicanos y mexicanas daremos en sufragio a nuestros futuros representantes.